¿Qué queda del ala de izquierda de Syriza?
Los desafíos que enfrenta el gobierno griego en los próximos meses podrían abrir una ventana para sus rivales.
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La dificultad para implementar las medidas que exigen los socios europeos y las instituciones a cambio del tercer rescate a Grecia van a incrementar la presión sobre el primer ministro, Alexis Tsipras, durante los próximos meses de cara tanto a su propio partido, Syriza, como a los ex miembros del ala izquierda que dejaron la formación en agosto.
A medida que la implementación de dolorosas e impopulares reformas ponen bajo la mira al gobierno griego, la aparente inviolabilidad de Tsipras podría empezar a desaparecer. Las dificultades que él encuentre podrían ayudar indirectamente a restaurar la fortuna de los conservadores en la oposición, Nueva Democracia, que aún está eligiendo un nuevo líder y tratando de reparar su deslustrada reputación.
Las elecciones anticipadas de septiembre permitieron a Tsipras, consolidar su autoridad en el partido y eliminar de su grupo parlamentario al ala de la izquierda más radical. Los 25 parlamentarios de Syriza que se opusieron al tercer rescate por 85.000 millones de euros formaron Unidad Popular, liderado por el ex ministro de Energía, Panagiotis Lafazanis. La formación consiguió 2,86% de los votos, justo por debajo del 3% necesario para entrar al parlamento. Si hubiera superado el 3%, habría entrado con diez escaños. En su lugar, fueron totalmente excluidos.
Tras los comicios, Tsipras renovó su coalición con los conservadores Griegos Independientes, y optó por expandir la influencia de Syriza otorgando puestos en su gabinete a los socialistas Pasok, algo que no gustó en la base de izquierda de su partido que rechaza a los dos partidos que gobernaron el país durante décadas (Pasok y ND).
Uno de los controles internos al poder de Tsipras viene del "Grupo de 53", el comité central del grupo del que forma parte el ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos. Este núcleo de parlamentarios de Syriza será probablemente un punto de conflicto en la implementación de los compromisos con los acreedores internacionales, el mayor y más sensible desafío al que se enfrenta Tsipras y que topará con la oposición de la ciudadanía. Mientras, Unidad Popular sigue activo y según Costas Isychos, uno de los miembros senior del grupo y ex ministro de Defensa de Tsipras, han ganado ya el apoyo del 90% de los líderes sindicales y en consejos regionales. En Grecia, los sindicatos han organizado tradicionalmente grandes protestas de trabajadores. Unidad Popular utilizará este y otros grupos de presión para protestar contra las políticas del rescate, pedir la vuelta al dracma, y que el país deje la OTAN y se mantenga al margen de los conflictos regionales.
Hay dos elementos en la izquierda que podrían añadir más presión sobre Tsipras. Uno es el polémico ex ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, que publicará un libro sobre la política monetaria de la Unión Europea en abril de 2016. El segundo es la amplia comunidad anarquista del país que, si bien no se moviliza para votar, sí para manifestarse y su discurso se ha integrado tradicionalmente en el de la izquierda política. Aunque hasta el momento Tsipras ha manejado los ataques a su liderazgo, el desgaste de los próximos meses podría abrir una ventana para sus rivales internos en la izquierda griega.